[center]Europa League | Sevilla 0 - PSG 1
Una sombra del ex campeón
El Sevilla cae en su debut. Ofreció una imagen desesperanzadora. Nené firmó la derrota. Se complica la clasificación. Álvarez, superado[/center]
Juan Jiménez | 17/09/2010
Ver al Sevilla convertido en un saco de boxeo era impensable hace un tiempo, cuando fue admirado en Europa por una propuesta audaz y moderna. Pero más allá de la Copa que conquistó en mayo, la imagen empieza a repetirse con demasiada frecuencia. Y es desesperanzadora. El Sevilla, básicamente con su equipo tipo, fue desnudado por el PSG de Kombouaré, que jugó con cuatro titulares porque prefirió pensar en el Rennes. Para pensárselo. Enredado en un jeroglífico de sistemas, ahora el 4-3-3 y luego el 4-2-3-1, Álvarez ha confundido a un equipo que no sabe a qué juega. Pero quien está más a la deriva, posiblemente, sea él. Después de recibir críticas por estar poco vivo en los cambios, anoche los agotó a media hora del final y Navas se lesionó. El resultado de la inferioridad fue el hundimiento definitivo, coronado por un gol de Nené, futbolista que rompió en Mónaco y ahora se ha puesto en la glamourosa pasarela de París. El Sevilla se ha mudado a un barrio más modesto. Sus estrellas (Luis Fabiano missing en su vuelta) deben espabilar. Su técnico, reflexionar.
La desconexión del Sevilla durante todo el partido resultó preocupante. Con la cuestión Luis Fabiano resuelta antes de empezar (le tocaba jugar o jugar), el asunto era saber de quién lo rodearía Álvarez. En el sorteo de sistemas salió el 4-3-3, con Navas y Capel abiertos en los extremos y José Carlos y Cigarini de interiores. La idea es estética pero carece de sentido si se vuelve indefinida. El Sevilla fue sifón. Diez minutos prometedores que hicieron dudar al PSG y un océano de espacios el resto del primer acto. El Sevilla no se define. La historia le demuestra que la apuesta pragmática son dos delanteros. La nueva utopía, el 4-3-3 y la posesión. Esa filosofía sin una presión hambrienta y una combinación rápida en los últimos metros se vuelve previsible y hasta cómoda para el rival, que sin buscarlo siquiera encuentra sitios. El PSG, con cuatro titulares, no se marchó de milagro con un par de goles al descanso. A Erdinç, un delantero de lo más normal pero inteligente en los movimientos, se le hizo pequeña la portería y Palop, que había tenido una primera parte dubitativa, salvó el 0-1 que hubiese desatado un huracán en un Pizjuán inquieto con los titubeos de su defensa. Cáceres y Alexis juntos garantizan velocidad pero acciones cardíacas. Nada funcionó en el Sevilla. José Carlos y Cigarini, puentes hacia los extremos, se alejaron de Zokora y vieron el balón volar, un saque de puerta sí y otro también. Se vieron tan inútiles en el partido que casi pidieron a voces su sustitución. Otra vez en manos del 4-4-2, de la inspiración de la pareja de siempre. De la voluntad de Navas, seguramente el jugador con más amor propio del equipo. Álvarez, censurado otras veces por ver tarde los cambios, los agotó a media hora del final con Perotti, recambio de un Capel honrado pero sin la continuidad que tal vez merezca para sentirse con confianza.
La afición, nostálgica de grandes noches europeas, le pegó al Sevilla un empujón que el equipo agradeció pero al que no respondió. El colmo fue el tobillo derecho de Navas. Al de Los Palacios le dolía, así que básicamente el Sevilla jugó con diez y medio el último cuarto del partido. Aunque hubiese sido con doce, al Sevilla le hubiese resultado incapaz superar un partido en el que no se sintió exigido. Posiblemente esa sea la peor noticia. Que al PSG le importaba lo justo el partido y lo ganó porque no le quedó más remedio. Marcó Nené, templó Makelele y el PSG bailó en Nervión. Triste. El Sevilla no estaba acostumbrado a esto. La imagen que queda después de la batalla es desoladora. Los efectos de las dudas sobre los entrenadores en los últimos años son devastadores. "El milagro de Rodri y el espejismo de la Copa, caramelos envenenados", se leyó en algún mensaje sevillista anoche. Qué pocos le dicen no a los caramelos.
El detalle: pancartas en favor de Santos Mirasierra
Es conocida la enemistad entre las aficiones del PSG y del Olympique de Marsella. Tal vez por eso se pudieron ver dos pancartas gigantes. "Libertad para Santos" , se podía leer. Santos Mirasierra es el famoso líder de los hinchas del Velódromo de Marsella. Un gesto de antipatía ante los parisinos. Por lo demás, no hubo incidentes. molor at. 22:00 tve 1
Una sombra del ex campeón
El Sevilla cae en su debut. Ofreció una imagen desesperanzadora. Nené firmó la derrota. Se complica la clasificación. Álvarez, superado[/center]
Juan Jiménez | 17/09/2010
Ver al Sevilla convertido en un saco de boxeo era impensable hace un tiempo, cuando fue admirado en Europa por una propuesta audaz y moderna. Pero más allá de la Copa que conquistó en mayo, la imagen empieza a repetirse con demasiada frecuencia. Y es desesperanzadora. El Sevilla, básicamente con su equipo tipo, fue desnudado por el PSG de Kombouaré, que jugó con cuatro titulares porque prefirió pensar en el Rennes. Para pensárselo. Enredado en un jeroglífico de sistemas, ahora el 4-3-3 y luego el 4-2-3-1, Álvarez ha confundido a un equipo que no sabe a qué juega. Pero quien está más a la deriva, posiblemente, sea él. Después de recibir críticas por estar poco vivo en los cambios, anoche los agotó a media hora del final y Navas se lesionó. El resultado de la inferioridad fue el hundimiento definitivo, coronado por un gol de Nené, futbolista que rompió en Mónaco y ahora se ha puesto en la glamourosa pasarela de París. El Sevilla se ha mudado a un barrio más modesto. Sus estrellas (Luis Fabiano missing en su vuelta) deben espabilar. Su técnico, reflexionar.
La desconexión del Sevilla durante todo el partido resultó preocupante. Con la cuestión Luis Fabiano resuelta antes de empezar (le tocaba jugar o jugar), el asunto era saber de quién lo rodearía Álvarez. En el sorteo de sistemas salió el 4-3-3, con Navas y Capel abiertos en los extremos y José Carlos y Cigarini de interiores. La idea es estética pero carece de sentido si se vuelve indefinida. El Sevilla fue sifón. Diez minutos prometedores que hicieron dudar al PSG y un océano de espacios el resto del primer acto. El Sevilla no se define. La historia le demuestra que la apuesta pragmática son dos delanteros. La nueva utopía, el 4-3-3 y la posesión. Esa filosofía sin una presión hambrienta y una combinación rápida en los últimos metros se vuelve previsible y hasta cómoda para el rival, que sin buscarlo siquiera encuentra sitios. El PSG, con cuatro titulares, no se marchó de milagro con un par de goles al descanso. A Erdinç, un delantero de lo más normal pero inteligente en los movimientos, se le hizo pequeña la portería y Palop, que había tenido una primera parte dubitativa, salvó el 0-1 que hubiese desatado un huracán en un Pizjuán inquieto con los titubeos de su defensa. Cáceres y Alexis juntos garantizan velocidad pero acciones cardíacas. Nada funcionó en el Sevilla. José Carlos y Cigarini, puentes hacia los extremos, se alejaron de Zokora y vieron el balón volar, un saque de puerta sí y otro también. Se vieron tan inútiles en el partido que casi pidieron a voces su sustitución. Otra vez en manos del 4-4-2, de la inspiración de la pareja de siempre. De la voluntad de Navas, seguramente el jugador con más amor propio del equipo. Álvarez, censurado otras veces por ver tarde los cambios, los agotó a media hora del final con Perotti, recambio de un Capel honrado pero sin la continuidad que tal vez merezca para sentirse con confianza.
La afición, nostálgica de grandes noches europeas, le pegó al Sevilla un empujón que el equipo agradeció pero al que no respondió. El colmo fue el tobillo derecho de Navas. Al de Los Palacios le dolía, así que básicamente el Sevilla jugó con diez y medio el último cuarto del partido. Aunque hubiese sido con doce, al Sevilla le hubiese resultado incapaz superar un partido en el que no se sintió exigido. Posiblemente esa sea la peor noticia. Que al PSG le importaba lo justo el partido y lo ganó porque no le quedó más remedio. Marcó Nené, templó Makelele y el PSG bailó en Nervión. Triste. El Sevilla no estaba acostumbrado a esto. La imagen que queda después de la batalla es desoladora. Los efectos de las dudas sobre los entrenadores en los últimos años son devastadores. "El milagro de Rodri y el espejismo de la Copa, caramelos envenenados", se leyó en algún mensaje sevillista anoche. Qué pocos le dicen no a los caramelos.
El detalle: pancartas en favor de Santos Mirasierra
Es conocida la enemistad entre las aficiones del PSG y del Olympique de Marsella. Tal vez por eso se pudieron ver dos pancartas gigantes. "Libertad para Santos" , se podía leer. Santos Mirasierra es el famoso líder de los hinchas del Velódromo de Marsella. Un gesto de antipatía ante los parisinos. Por lo demás, no hubo incidentes. molor at. 22:00 tve 1