Toca madera, cruza los dedos no pases por debajo de esa escalera, evita el trece y el gato negro Conoce las 10 supersticiones más comunes y su origen
1.-El Color Amarillo
La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban obligadas a señalarlo con una bandera amarilla.
En los orígenes del sindicalismo revolucionario, se denominó amarillo al sindicalismo de inspiración patronal que traiciona la noción de lucha de clases y la prensa amarilla es aquella que deforma los hechos con fines espurios.
A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III estableció los colores de la liturgia y excluyó el amarillo, por lo que es el único que está ausente de los rituales católicos.
El color amarillo está proscrito, no sólo en España sino en toda Europa, entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Molière murió vestido de amarillo.
Sin embargo, la prevención contra este color procede de los tiempos de la Inquisición. A muchos cómicos se les impuso el San Benito, una túnica amarilla de penitente con una cruz de San Andrés a la espalda con la que debían deambular por las calles expuestos al escarnio público. Muchos toreros abobinan también el color amarillo.
Asociado al sol y al oro, sin embargo, el amarillo es el color de Apolo, dios de la luz, y el emblema del poder de emperadores, reyes y príncipes. Entre los primeros cristianos, el amarillo oro representaba la vida eterna, la fe y el amor divino, y durante la Edad Media se solía representar a San Pedro con una túnica de color dorado.
Pálido u ocre da mala suerte, ya sea en los vestidos o en la decoración de la casa. Sólo a un Jockey masoquista se le ocurriría salir al hipódromo vestido de amarillo: los precavidos evitan este color.
2.-Pasar por debajo de una escalera da mala suerte:
Si alguien, por despiste, ha traspasado el nefasto triángulo, tiene numerosos recursos para conjurar la mala suerte: hacer el signo de la figa, cruzar los dedos hasta ver un perro, escupir tres veces a través de los escalones o una vez por encima del hombro derecho, escupir en el zapato y continuar el camino sin volverse hasta que la saliva esté seca.
Debe evitarse siempre alargar o coger un objeto a través de los peldaños, o pararse en un escalón impar. Ha de preferirse siempre la escalera con un número impar de escalones. Saltarse un escalón al subir anuncia un revés de fortuna y caerse de una escalera, además de la posibilidad de partirte la cabeza, significa pérdida de dinero.
Con respecto a las escaleras que unen dos pisos, se recomienda hacer el signo de la cruz al pisar el primer escalón para evitar un tropezón. Caerse por una escalera es de buen augurio si ocurre subiendo, pero un mal presagio si es bajando. Cuando a mitad de las escaleras se acuerda uno de que ha dejado olvidada alguna cosa, se recomienda primero subirlas todas y luego bajar por ella, para evitar la mala suerte.
Teniendo en cuenta su origen religioso no es raro que sea de buen presagio soñar que se sube una escalera y de mal agüero
y contrariedades bajarla. Fuera del mundo de los sueños está considerado de buen augurio y signo de próxima boda caerte por la escalera si en ese momento la vas subiendo, y por el contrario de mal agüero y signo de asistencia a un funeral caerte si las estás bajando (dependiendo de la gravedad de la caída podría ser el propio: mucho cuidado).
La mala suerte de esta superstición se debe a que cuando la escalera se apoya contra la pared forma un triángulo, que la tradición popular identificó con el símbolo de la Santísima Trinidad. Antiguamente el pueblo llano pensaba que estaba prohibido pasar por debajo de este arco sagrado.
Otra versión plantea que este triángulo corresponde al que formó la escalera por la cual se bajó el cuerpo de Cristo con la Cruz y el suelo. Se decía que en este triángulo vivían la maldad y el diablo. En la Biblia, Génesis, 28, 12, se relata la visión de la escalera de Jacob, que se apoyaba sobre la tierra y tocaba con la cabeza en los cielos, y por la que subían y bajaban los ángeles de Dios. Es decir, un puente vivo entre la tierra y el mismísimo cielo, la figura de la comunión con Dios que los hombres buscan a través de la religión.
Una versión, algo menos religiosa del origen de esta superstición está en los antiguos métodos de pena de muerte: desde la crucifixión hasta la horca, tan recurrente en las películas del Oeste americano. Se suponía que con esa escalera se bajaban los cuerpos de los ajusticiados y no era de buen augurio.
3.-Romper un espejo da mala suerte.
Esta creencia es común en todo Occidente cristiano, se sitúa entre las supersticiones más citadas y proviene para algunos del uso adivinatorio del espejo. En las sesiones de craptomancia de los antiguos griegos, la rotura del espejo anunciaba la muerte. Es probable, sin embargo que esta superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien los utiliza y que, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.
Los factores económicos son también para algunos, el objeto de esta superstición. Los primeros espejos se fabrican en Venecia durante el siglo XV y estaban recubiertos por una lámina de plata. Eran muy caros, y las señoras para evitar que se rompieran, advertían a los criados que un espejo roto equivalía a siete años de mala suerte. Sin embargo, el sentido común popular aconseja en el refranero: Un espejo roto no admite más remedio que comprar otro. El mal agüero del espejo roto es que hay que comprar otro. Tampoco desaprovecha la ocasión el refranero para criticar a las mujeres que pierden el tiempo ante el espejo: Si mejorada tu casa quieres ver, rómpele el espejo a tu mujer.
El arte de la adivinación por medio del espejo se llama catoptromancia y se realiza mediante una persona que se mira fijamente hasta quedar hipnotizada, momento en el cual se le hacen todo tipo de preguntas. Originario de Persia es uno de los sistemas de adivinación más antiguos. En Grecia, durante el siglo VI antes de Cristo, se llevaba a cabo con espejos de metal brillante, como el cobre, bronce, plata y oro. En la Edad Media y en la época moderna, se recurría a la ayuda de un niño o de una muchacha virgen, a quienes se le vendaban los ojos y se le colocaba delante o detrás, un espejo.
Pese a que estas prácticas adivinatorias fueron perseguidas por la Iglesia, las crónicas nos hablan de muchos reyes o príncipes que siguieron recurriendo a este método. Entre otros se cita al rey Enrique VII de Inglaterra o a Catalina de Médicis.
En 1326, el papa Juan XXII amenazó con la excomunión a los que practicaban la catoptromancia, pues era una creencia muy extendida que los demonios encontraban a veces refugio en los espejos.
Durante el siglo pasado, en muchos pueblos se recurría a este método para desenmascarar al culpable de un robo, encontrar objetos perdidos y otros asuntos semejantes. El espejo corriente se sustituyó por el espejo consagrado, que se entronizaba en una altar y recibía bendiciones y oraciones y también por la bola de cristal, que en muchos casos se impuso sobre aquél.
1.-El Color Amarillo
La tradición cristiana asoció este color con el del azufre de los infiernos y le dio una significación peyorativa convirtiéndolo en imagen del orgullo, de la falsedad y la traición. Es además el símbolo del adulterio. En la Edad Media, los herejes y los apestados vestían de amarillo. Las ciudades donde se había declarado una epidemia estaban obligadas a señalarlo con una bandera amarilla.
En los orígenes del sindicalismo revolucionario, se denominó amarillo al sindicalismo de inspiración patronal que traiciona la noción de lucha de clases y la prensa amarilla es aquella que deforma los hechos con fines espurios.
A principios del siglo XIII, el Papa Inocencio III estableció los colores de la liturgia y excluyó el amarillo, por lo que es el único que está ausente de los rituales católicos.
El color amarillo está proscrito, no sólo en España sino en toda Europa, entre las gentes del teatro, que lo consideran particularmente maléfico: no lo permite ni en decorados ni en vestimentas. Esta superstición parte de que Molière murió vestido de amarillo.
Sin embargo, la prevención contra este color procede de los tiempos de la Inquisición. A muchos cómicos se les impuso el San Benito, una túnica amarilla de penitente con una cruz de San Andrés a la espalda con la que debían deambular por las calles expuestos al escarnio público. Muchos toreros abobinan también el color amarillo.
Asociado al sol y al oro, sin embargo, el amarillo es el color de Apolo, dios de la luz, y el emblema del poder de emperadores, reyes y príncipes. Entre los primeros cristianos, el amarillo oro representaba la vida eterna, la fe y el amor divino, y durante la Edad Media se solía representar a San Pedro con una túnica de color dorado.
Pálido u ocre da mala suerte, ya sea en los vestidos o en la decoración de la casa. Sólo a un Jockey masoquista se le ocurriría salir al hipódromo vestido de amarillo: los precavidos evitan este color.
2.-Pasar por debajo de una escalera da mala suerte:
Si alguien, por despiste, ha traspasado el nefasto triángulo, tiene numerosos recursos para conjurar la mala suerte: hacer el signo de la figa, cruzar los dedos hasta ver un perro, escupir tres veces a través de los escalones o una vez por encima del hombro derecho, escupir en el zapato y continuar el camino sin volverse hasta que la saliva esté seca.
Debe evitarse siempre alargar o coger un objeto a través de los peldaños, o pararse en un escalón impar. Ha de preferirse siempre la escalera con un número impar de escalones. Saltarse un escalón al subir anuncia un revés de fortuna y caerse de una escalera, además de la posibilidad de partirte la cabeza, significa pérdida de dinero.
Con respecto a las escaleras que unen dos pisos, se recomienda hacer el signo de la cruz al pisar el primer escalón para evitar un tropezón. Caerse por una escalera es de buen augurio si ocurre subiendo, pero un mal presagio si es bajando. Cuando a mitad de las escaleras se acuerda uno de que ha dejado olvidada alguna cosa, se recomienda primero subirlas todas y luego bajar por ella, para evitar la mala suerte.
Teniendo en cuenta su origen religioso no es raro que sea de buen presagio soñar que se sube una escalera y de mal agüero
y contrariedades bajarla. Fuera del mundo de los sueños está considerado de buen augurio y signo de próxima boda caerte por la escalera si en ese momento la vas subiendo, y por el contrario de mal agüero y signo de asistencia a un funeral caerte si las estás bajando (dependiendo de la gravedad de la caída podría ser el propio: mucho cuidado).
La mala suerte de esta superstición se debe a que cuando la escalera se apoya contra la pared forma un triángulo, que la tradición popular identificó con el símbolo de la Santísima Trinidad. Antiguamente el pueblo llano pensaba que estaba prohibido pasar por debajo de este arco sagrado.
Otra versión plantea que este triángulo corresponde al que formó la escalera por la cual se bajó el cuerpo de Cristo con la Cruz y el suelo. Se decía que en este triángulo vivían la maldad y el diablo. En la Biblia, Génesis, 28, 12, se relata la visión de la escalera de Jacob, que se apoyaba sobre la tierra y tocaba con la cabeza en los cielos, y por la que subían y bajaban los ángeles de Dios. Es decir, un puente vivo entre la tierra y el mismísimo cielo, la figura de la comunión con Dios que los hombres buscan a través de la religión.
Una versión, algo menos religiosa del origen de esta superstición está en los antiguos métodos de pena de muerte: desde la crucifixión hasta la horca, tan recurrente en las películas del Oeste americano. Se suponía que con esa escalera se bajaban los cuerpos de los ajusticiados y no era de buen augurio.
3.-Romper un espejo da mala suerte.
Esta creencia es común en todo Occidente cristiano, se sitúa entre las supersticiones más citadas y proviene para algunos del uso adivinatorio del espejo. En las sesiones de craptomancia de los antiguos griegos, la rotura del espejo anunciaba la muerte. Es probable, sin embargo que esta superstición obedezca a la idea de que la imagen reflejada en el espejo es el doble o el alma de quien los utiliza y que, en consecuencia, romperlo equivale a poner su vida en peligro.
Los factores económicos son también para algunos, el objeto de esta superstición. Los primeros espejos se fabrican en Venecia durante el siglo XV y estaban recubiertos por una lámina de plata. Eran muy caros, y las señoras para evitar que se rompieran, advertían a los criados que un espejo roto equivalía a siete años de mala suerte. Sin embargo, el sentido común popular aconseja en el refranero: Un espejo roto no admite más remedio que comprar otro. El mal agüero del espejo roto es que hay que comprar otro. Tampoco desaprovecha la ocasión el refranero para criticar a las mujeres que pierden el tiempo ante el espejo: Si mejorada tu casa quieres ver, rómpele el espejo a tu mujer.
El arte de la adivinación por medio del espejo se llama catoptromancia y se realiza mediante una persona que se mira fijamente hasta quedar hipnotizada, momento en el cual se le hacen todo tipo de preguntas. Originario de Persia es uno de los sistemas de adivinación más antiguos. En Grecia, durante el siglo VI antes de Cristo, se llevaba a cabo con espejos de metal brillante, como el cobre, bronce, plata y oro. En la Edad Media y en la época moderna, se recurría a la ayuda de un niño o de una muchacha virgen, a quienes se le vendaban los ojos y se le colocaba delante o detrás, un espejo.
Pese a que estas prácticas adivinatorias fueron perseguidas por la Iglesia, las crónicas nos hablan de muchos reyes o príncipes que siguieron recurriendo a este método. Entre otros se cita al rey Enrique VII de Inglaterra o a Catalina de Médicis.
En 1326, el papa Juan XXII amenazó con la excomunión a los que practicaban la catoptromancia, pues era una creencia muy extendida que los demonios encontraban a veces refugio en los espejos.
Durante el siglo pasado, en muchos pueblos se recurría a este método para desenmascarar al culpable de un robo, encontrar objetos perdidos y otros asuntos semejantes. El espejo corriente se sustituyó por el espejo consagrado, que se entronizaba en una altar y recibía bendiciones y oraciones y también por la bola de cristal, que en muchos casos se impuso sobre aquél.